Todos, en algún momento de nuestra vida, experimentamos alguna pérdida o quiebre que nos causa dolor emocional. Tendemos a relacionar el duelo sólo con las pérdidas relacionadas con la muerte de alguien cercano. Sin embargo hay muchas otras pérdidas, que pueden requerir un proceso de duelo consciente.
Algunos ejemplos son: separaciones, quiebras económicas, despidos laborales o finalización de negocios, pérdida de nuestra salud, muerte de una mascota, cambio de roles en nuestra vida, expatriaciones, desarraigo infertilidad, pérdida de embarazos y hasta pérdida de nuestra fe.
También o paralelamente, están los denominados “duelos sin derecho” se refieren a aquellos dolores que no nos permitimos expresar públicamente ya sea por que:
● La relación que teníamos con la persona no era socialmente reconocida o aceptada (ex-pareja, parejas del mismo sexo, amantes…)
● No se reconoce la capacidad o el derecho de expresar el duelo en el doliente: niños, personas con discapacidades mentales o
enfermedades.
● Causas inusuales en caso del fallecimiento o pérdida (suicidio, acto violento, robo; corrupción, problemas con la ley)
● Estigmas sociales: enfermedades de transmisión sexual, alcoholismo, drogadicciones, actos en contra de la ley y la sociedad.
● Pérdidas de embarazo/infertilidad
Otros duelos que también merecen atención son los denominados duelos anticipados: existen cuando padecemos o alguien cercano padece una enfermedad terminal, alguna adicción, depresiones o enfermedades mentales.
Siempre he dicho que cada pérdida merece su duelo. Para sanar, lo importante no es lo que causó el quiebre, sino el efecto que tiene en
nosotros. El hecho no reduce el dolor de la pérdida, ni la necesidad de sanar el dolor. Cada pérdida es única, y solo la puede sentir y clasificar quien siente lo que perdió.